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viernes, 11 de octubre de 2013

Machismo, violencia, feminicidos e impunidad: El país que odiaba a las mujeres.




Había una vez un país donde la violencia contra las mujeres reinaba de forma contundente, constante e implacable. El miedo a denunciar, aunado a  la ineficacia de las autoridades para atender a las víctimas y sancionar a los agresores,  fomentaban la impunidad y, por su puesto, exacerbaban la violencia de género.  Así es, en ese país las mujeres no eran valoradas, respetadas ni consideradas en lo absoluto, por el contrario, cada día era una oportunidad para que el machismo y la misoginia hicieran acto de presencia de manera aplastante y corrosiva…

Mujeres golpeadas, abusadas o agredidas por sus parejas, ex parejas, conocidos o desconocidos; mujeres  atrapadas en redes de trata de personas, cosificadas a través de los medios de comunicación, explotadas económica o sexualmente, acosadas en el trabajo, violadas o despojadas de su identidad, dignidad y patrimonio; mujeres desaparecidas, mutiladas o asesinadas de las formas más crueles, abandonadas a su suerte y, además,  en la más absoluta impunidad...así vivían y morían las mujeres de aquel país desde que nacían, pasando por todas sus edades y etapas, y sin que nadie las protegiera realmente.

Indiscutiblemente, en ese país machista el género con el que las personas nacían era la clave para determinar el lugar que ocuparían dentro de la sociedad y, por tanto, la forma en que se les trataría.

Si se nacía hombre, entonces se aseguraba de forma automática un lugar privilegiado dentro de la sociedad, se tenía garantizado el uso y goce, sin distinción de su género, de todos sus derechos; siendo hombre, podía accederse a mayores oportunidades, recursos, retribuciones, obtener un mejor empleo con una remuneración aceptable, entre muchos otros beneficios. Pero eso no era todo, al haber nacido hombre y obtener un  lugar privilegiado dentro de la sociedad,  se le adjudicaba (indebidamente) un "valor superior", fomentando así la discriminación, exclusión y marginación de  aquellos seres que no habían tenido la “suerte” de nacer con esa posición. Por lo tanto, los privilegiados, podían violentar, agredir, abusar y pisotear los derechos de los demás, sin importar el lugar o la circunstancia, y siempre tendrían justificación. De esta forma, todo lo que un hombre hiciera (o no hiciera) tenía una justificación social, cultural y hasta legal...¡¡y todo eso por el simple hecho de ser hombre!!. 

Por el contrario,  siendo mujer las cosas cambiaban… y mucho. 

Cuando se nacía con el sexo "equivocado" (según los absurdos parámetros y la incoherente idiosincrasia de aquel país machista),  o lo que era lo mismo, cuando se nacía mujer, entonces era un hecho que su integridad emocional, física, sexual y su propia vida penderían constantemente de un hilo. Sus derechos (esos que dizque “todos y todas tenemos sin distinción de ninguna clase”) corrían el riesgo de ser violentados de diversas formas, en más de una ocasión, durante el transcurso de su vida, tanto en ámbitos públicos como en privados,  sin importar la edad, profesión o condición de las féminas. La sociedad, a través de estereotipos, estigmas, reglas y leyes que se inventaban, sometía a las mujeres a rigurosos ordenamientos que, de no acatar, las catalogaría como inmorales, putas o provocadoras.

Criticadas, acusadas, juzgadas y discriminadas, irremediablemente, las mujeres siempre serían las culpables de todo lo que les sucediera (o como suele decirse: "Ella se lo buscó") y, por tanto, merecían ser señaladas y castigadas de la forma que fuera, desde la condena social hasta el uso de la violencia más extrema. Desde el mismo momento de su nacimiento, a las mujeres se les enseñaba a cumplir con el rol social establecido para ellas, a través de estigmas, reglas, costumbres, ideas, y toda clase de mecanismos impuestos con  el único fin de  someterlas; así, se les inculcaba a depender emocional y económicamente de los hombres, a no contradecirlos, a ser abnegadas, entregadas en cuerpo y alma, a hacer a un lado sus sueños y metas y, en general, a acatar normas de comportamiento que la sociedad machista impone y establece como “adecuadas”, “decentes” o “morales”.

Vivían bajo una lupa constantemente. Se les juzgaba por todo lo que hicieran o no hicieran (contrariamente a lo que sucedía con los hombres),  ya sea por su forma de pensar, de vestir, de hablar, de comportarse, por su profesión u oficio, por su clase social, por sus raíces, por su edad, por su condición social y económica, por su forma de divertirse o aburrirse, por salir, por no salir, por trabajar o por dedicarse al hogar… en fin, por todo y por nada siempre estaban sujetas a la opinión y calificación de la sociedad y, por supuesto, siempre llevaban las de perder. 

Por ejemplo, no era raro que cualquier acto que los hombres cometieran, siempre era justificado y minimizado con frases y actitudes que reflejaban el típico: “Es hombre y ellos así son”; pero si las mujeres cometían el mismo acto, como por ejemplo, una infidelidad, tomar en exceso, salir de noche con amigas o cualquier otra cosa que un hombre realiza sin mayor problema, entonces a ellas, de inmediato, se les tachaba de “inmorales, provocadoras, putas…” y similares.

Tan introducido estaba el machismo en aquella sociedad, que casi el 40% de las adolescentes solteras de 15 a 17 años de edad, declaró haber sido objeto de al menos un incidente de violencia por parte de su pareja (Encuesta ENDIREH 2011). Además, un reciente estudio realizado en ese país, reveló que 1 de cada 10 personas (hombres y mujeres) pensaban que estaba justificado golpear a una mujer (INEGI).

Sí, ser mujer en ese país era lamentable, pues la mayoría eran consideradas simples objetos de la sociedad machista, una propiedad de ellos,  donde la capacidad de decisión de las mujeres, aún la más personal,  debía depender de los deseos e ideas de quienes se consideraban superiores: los hombres. 

Cabe decir que, hábilmente, la sociedad machista contaba con una  maléfica estrategia: contaminar a otras mujeres con las mismas ideas machistas que la mayoría de los hombres tenían, lo cual simplificaba su trabajo, pues al tener como aliadas a cierto número de mujeres machistas, quienes se dedicaban a agredir, criticar, juzgar y condenar a las de su mismo género, ellos podían concentrase en otras cosas y observar plácidamente  como aquello de "Divide y vencerás" daba resultados. Lastimosamente, las mujeres machistas  creían que solo  así, comportándose de la misma forma y con las mismas ideas que un hombre machista,  podrían alcanzar el lugar privilegiado de los hombres... pero no era así. Lo más triste era que esas mujeres machistas también padecían los gajes del sistema, también eran discriminadas y juzgadas como las demás, pero no se daban cuenta, o bien, querían creer que no era así. 

Por lo que respecta al tema institucional, sus gobernantes solían fingir ciertos mecanismos de apoyo a las mujeres; en ocasiones se anunciaban "grandes avances" en materia de derechos de las mujeres, con la finalidad de que la gente creyera que todas y todos contaban con las mismas garantías  y, por ende, imaginaran que existía una especie de "equidad" (cosa difícil de lograr cuando no existe una verdadera consciencia social y mucho menos un compromiso real).

Otras veces, algunas autoridades se pronunciaban "fuertemente" en contra de los abusos hacia las mujeres, pero nunca pasaban de ser simples expresiones. No se puede negar que contaban con instituciones y organismos municipales, estatales y federales que, obviamente,  ocupaban parte del presupuesto gubernamental, y que eran creados con el aparente propósito de promover  los derechos de las mujeres y  la erradicación de la violencia de género; también había algunos centros de ayuda y agencias "especializadas" en delitos contra la mujer que, según ellos, proporcionaban un servicio de  "apoyo" a  las  víctimas de algún delito... sin embargo, tristemente, todo eso solo funcionaba como una especie de “escenografía”, era una estrategia organizada para hacerle creer a la gente de ese país, y al mundo entero,   que sí se luchaba por el bienestar de las mujeres y que  contaban con el apoyo de instancias designadas para ello, pero en la práctica NO era así. En realidad, nadie cumplía con las funciones de prevención y atención que les correspondía (ni siquiera los servidores a cargo estaban capacitados para hacerlo), y eso, muchas mujeres podían constatarlo. 

Una de las peores experiencias que podían vivir las mujeres en ese país, era acudir, precisamente, a alguna de esas instancias a solicitar ayuda: Si en un acto de valor se atrevían a denunciar ante las autoridades cuando eran víctimas de algún delito (cometido por algún agresor que podía ser su pareja o algún desconocido que haya sido capaz de agredir, golpear, violar o cualquier otro acto violento y que claramente hubiera transgredido los derechos de la fémina), era el comienzo de una inevitable  y espeluznante, que experimentarían de forma indefinida. Al denunciar, se daban cuenta que nunca más tendrían tranquilidad y, mucho menos,  la seguridad de encontrar la justicia que buscaban.

En efecto, las mujeres de ese país no conocían  el significado de la palabra justicia.

Habían escuchado hablar sobre ella, así como de otros términos como paz, equidad, respeto, derechos, inclusión...pero nunca habían vivido ni experimentado nada de eso.

Para la mayoría de las mujeres, sus hijos y sus familias, esos términos simbolizaban  algo lejano, utópico, un sueño, un anhelo inalcanzable, tal vez,  hasta algo prohibido….


Desgraciadamente, ese país descrito anteriormente, sí existe... pongan el nombre que se les ocurra. Para mí, dolorosa y vergonzosamente, se llama México. En este país, digan lo que digan, ser mujer implica una lucha diaria de sobrevivencia, una batalla interminable para que nuestros derechos, nuestra integridad y hasta nuestra propia vida,  sean reconocidos y respetados. 

Es bien sabido que en materia de Derechos Humanos, México está reprobado (y esa es una innegable y situación), pero cuando se es mujer en este país, resulta doblemente aterrador, y si a esa condición de “ser mujer” se le agregan otras características (aisladas o no) como ser pobre, o ser  indígena, o anciana, o joven, o viuda, o divorciada o, simplemente, ser como una es….entonces estamos perdidas.

Este post es una reflexión que deseo compartir con las seguidoras de este espacio, con el fin, de que nos detengamos a pensar, una vez más,  acerca de los graves y exacerbados niveles de violencia contra las mujeres a los que hemos llegado, no solo a nivel nacional, sino de forma mundial. 

En México, en los últimos días ha tomado gran relevancia el caso de Lucero. Y cómo no, si el caso de esta joven es solo un ejemplo del machismo, la misoginia y la impunidad que diariamente padecemos las mujeres a nivel nacional, ya sea de manera naturalizada o abusiva.  La historia de Lucero es solo un lamentable caso  dentro de  millones que suceden en este país. Su historia, tan indignante y reprobable como muchas más, refleja la nefasta situación de violencia que las mujeres padecemos en todos los ámbitos y entornos en los que nos movemos, y que incluye la violencia institucional.

En este tenor, cabe mencionar que los casos de violencia contra las mujeres suceden en cada estado de la República Mexicana y no solo incluyen la violencia dentro de la pareja, sino que van más allá, como por ejemplo, los actos constantes de discriminación que pueden reflejarse al negar la atención médica que requiere una mujer indígena (Ver caso de Irma: http://www.animalpolitico.com/2013/10/hospital-cobra-servicios-a-mujer-indigena-pese-a-que-dio-a-luz-en-el-jardin/#axzz2hRQFn4dW).

Hay miles de casos que podríamos mencionar, unas más aberrantes que otras, pero con algo en común: todas las historias tienen nombre de mujer. Y el caso que actualmente ocupa la atención de todas y todos es el de Lucero. Pero podríamos mencionar el caso de Marisela, de Norma, de Grettel, de Alí, de Ana Karen.... o el de Laura Patricia, un caso reciente y casualmente también acontecido en Guanajuato, quien denunció en repetidas ocasiones a su agresor (su pareja), pero una vez más, las autoridades nunca hicieron nada para protegerla, por el contrario, expusieron su vida sin medir las consecuencias y la orillaron a un desenlace fatal: fue asesinada por su verdugo (Ver nota: http://zonafranca.mx/ineptitud-del-mp-en-leon-deriva-en-feminicidio-el-caso-de-laura-patricia-vazquez/).

No puedo pasar por alto, la pésima experiencia que viví cuando denuncié a quien me agredió. Aquella mañana la policía llegó al lugar de la agresión, encontrándome tirada en el suelo después de la golpiza a la que fui sometida. El oficial a cargo ignoró mi presencia y solo se limitó a preguntar los hechos al agresor, a quien en todo momento se refirió como “caballero”. “El caballero dice que…” o bien, “le pregunté al caballero, no a usted…”. El susodicho “caballero” en realidad era un patán golpeador de casi dos metros, con un peso de casi 100 kilos que por motivos (justificados para el policía) había agredido a esta servidora de tan solo metro y medio de estatura y de apenas 45 kilos, lo que implicaba condiciones absolutamente desproporcionadas y desiguales.  Además, una vez en la agencia del MP, me obligaron a entregar personalmente el respectivo citatorio al cobarde que  momentos antes me había agredido físicamente, sin importar que exponía, una vez más, mi integridad física. Y para colmo, el agresor nunca fue sancionado. 

Del mismo modo, recordemos el caso de Grettel, donde el agresor fue puesto en libertad, sin mayores cargos que pongan en riesgo su derecho a seguir agrediendo. El caso de Grettel sucedió hace 4 años y contaba con los mismos ingredientes de abuso y salvajismo, al igual que tantas historias más, incluyendo la de Lucero, pero hoy la de Grettel ha quedado en el olvido...

Con solo algunos ejemplos, podemos  darnos cuenta de la incalculable cantidad de casos que han sucedido y que continúan ocurriendo en cada rincón de esta nación y del mundo entero,  y donde las autoridades no facilitan el acceso de las víctimas a la justicia.

Pues sí, así las cosas con las mujeres... han padecido violencia física, otras han sido violadas, otras mutiladas, otras desaparecidas, otras han sido vejadas y reducidas a su mínima expresión, otras tienen un poco de todo y, otras más, ya no pueden contarlo porque fueron asesinadas por algún sujeto que en mala hora se les atravesó en el camino. Pero lo peor de todo, es que han sido abandonadas a su suerte por quienes tienen la obligación de protegerlas.

El caso de Lucero ha sobresalido, en primer lugar, gracias a las redes sociales,  pues a través de ellas pudimos enterarnos de las terribles agresiones que sufrió desde el primer instante en que fue atacada y, posteriormente, nos hemos ido enterando del calvario que ha tenido que transitar desde que tuvo la valentía de denunciar los hechos en su búsqueda de justicia.  

Ella ha declarado al respecto: “Cuando publiqué mi primer texto y subí las fotos en las redes sociales, no lo hacía para denunciar mi caso, lo hacía para denunciar la misoginia que existe en Guanajuato y la sociedad de la que somos víctimas todas las mujeres a diario

El agresor
Miguel Ángel Jasso
No cabe la menor duda de que ella ha experimentado casi todos los tipos y modalidades de la violencia, y aún así,  ha tenido el valor de enfrentar su situación y compartir con la gente su amarga experiencia.

Los detalles de su caso podemos encontrarlos en varios medios digitales como por ejemplo la nota Animal Político,  o bien, en su página de Facebook (www.facebook.com/justiciaparalucero), pero podemos resumir que Lucero fue  salvajemente golpeada por MIGUEL ÁNGEL JASSO MANRÍQUEZ, el sujeto agresor (su primer verdugo en la historia), quien enloqueció porque no le gustó sentirse rechazado, por lo que optó por reaccionar violentamente en contra de Lucero, quien hasta ahora tiene como único delito  haber dicho "NO" cuando el delincuente en potencia le propuso tener relaciones sexuales.  El tipejo desbordó su furia y toda su miseria humana en contra de la joven con la firme intención de quitarle la vida...pero afortunadamente el desdichado no lo consiguió. 

Lucero recuerda: “La actitud de esta persona era completamente fuera de sí” y que su intención era matarla. Se salvó porque en un descuido le clavó las uñas en los ojos. El hombre montó en su coche pero no llegó lejos, porque se estrelló pocos metros después.

Pero la pesadilla no concluyó ahí. Miguel Ángel Jasso, el agresor, fue ingresado en el mismo hospital a dos camillas de distancia de Lucero.  “No había seguridad, no había guardias, no había custodios. Mi hija estaba a unos pasos de la persona que unas horas antes había intentado matarla”, declaró el padre de la joven.

Lucero, como cualquier chica de su edad,  es una joven  que vive de acuerdo a esta época; tiene sueños, metas y muchas ganas de vivir. Sin embargo, tiene dos características que no la favorecen: 1) es mujer (como ya dijimos, ser mujer en un país machista es casi lo mismo que un delito) 2) tiene la capacidad de saber decir NO, y eso, en este país, empeora su condición, pues la sociedad machista considera que "ser mujer" es sinónimo de sumisión, abnegación, resignación, subordinación y sometimiento. Sin embargo,  aquellas que se atrevan a rebelarse, negarse a lo que un tipejo les propone, que pretendan vivir en libertad sin el yugo de un sistema machista o patriarcal, o que se atreven a denunciar, corren el peligro de ser tachadas de INMORALES. Y eso le sucedió a Lucero.

Como ciudadana víctima de una agresión, sabedora de sus derechos, valiente, responsable y creyendo en el valor de las "instituciones" y de la justicia, acudió a denunciar a su agresor, y eso, por increíble que parezca,  solo ha complicado su caso.

Frecuentemente, cuando las mujeres denuncian,  no son solo víctimas de un delito, sino de cientos que van surgiendo en el camino. Para empezar, suelen ser ignoradas y minimizadas por las autoridades "competentes", revictimizadas  por el sistema de justicia y, muchas veces,  culpadas por lo que les sucede. 

Y es es ilógico, pues tipo que agrede, golpea y casi mata a una mujer porque no se cumplen sus deseos o porque no sabe aceptar un “NO” como respuesta, denota un grave desequilibrio mental, pero a pesar de todas las evidencias y haber confesado su culpabilidad, hoy está libre… y está libre gracias a la intervención de las autoridades.

Totalmente irrisorio, absurdo, incongruente, incoherente e indignante…. Sí, el tipejo está libre como una paloma, ya que desde el principio, todo apuntaba a favor del acusado. La juez, después de analizarlas pruebas y escuchar los testimonios y permitir un sinfín de irregularidades (Ver http://www.am.com.mx/leon/local/acusan-a-mp-de-fallas-en-caso-lucero-53572.html),  decidió que Miguel Angel Jasso, el agresor, NO era un peligro para la  Lucero ni para la sociedad, así que el proceso legal que el delincuente en potencia debe llevar por los delitos que se le imputaron (y que son menores), puede enfrentarlo cómodamente viviendo en su casita, llevando su vida normal, tal vez hasta siga acosando a otras jovencitas y preguntando  si quieren tener sexo con él...   ¡¡pobres de aquellas que se nieguen!!, pues serán golpeadas ferozmente por él y, tal vez, no corran la misma suerte de Lucero que sí vivió para contarlo.

Solo como una breve acotación, se sabe que esta Juez también llevó el caso del violador de Tamazuca, quien mantuvo en cautiverio a varias mujeres y embarazó a dos de sus hijastras, una de ellas de apenas 11 años de edad (Ver nota: http://www.sdpnoticias.com/estados/2013/10/06/guanajuato-caso-lucero-segunda-polemica-de-la-juez-paulina-medina).

La juez
Paulina Medina Manzano
Pero volviendo al caso de Lucero,   ha trascendido que personal de la Procuraduría de Justicia del Estado utilizó confesiones que la joven realizó durante su terapia psicológica para ser agregadas en el expediente de defensa de Miguel Ángel Jasso Manríquez y , además,  personal de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado ha intentado intimidar a la joven para que desista en seguir haciendo de éste un caso mediático.

Durante el proceso,  se ventilaron detalles de la vida personal de Lucero, lo que resulta innecesario y abominable... ¿En qué forma afecta al proceso la ropa íntima que usaba  la joven o la fecha de su primera relación sexual?... Pues sí,  Lucero  fue exhibida y calificada  de INMORAL por el abogado defensor de su agresor.

¿Y que nos pueden decir acerca de la “moral” del sujeto agresor? ¿Por qué a él no se le exhibió de la misma forma que a Lucero?. Aunque volvemos a insistir, resulta innecesario relatar la vida íntima de los involucrados, ¿pero por qué la de Lucero si fue  expuesta sin la menor consideración y con una gran falta de ética?, ¿Será porque ella es mujer? ¿Dónde queda la perspectiva de género?.

Miguel Ángel Jasso Manríquez fue quien transgredió los derechos de Lucero, fue quien cometió, no uno, sino varios delitos (que  no fueron menores). ¿Por qué a él no lo cuestionaron sobre su vida sexual, su primera vez, los calzones que usaba y ese tipo de estupideces que Lucero tuvo que responder, sin saber que más tarde esos detalles serían exhibidos? ¿Cuál era el fin,  intimidarla o como una estrategia absurda para atenuar la conducta delictiva del verdadero culpable y delincuente?  Para rematar, fue señalada y calificada como INMORAL.  

Por lo que respecta a la actuación de la Juez, además de permitir todas esas irregularidades mencionadas que se traducen en negligencia, faltas de respeto y de ética hacia la verdadera víctima, minimizó los delitos que el agresor cometió, y sólo se establecieron los delitos de lesiones y abuso erótico sexual, quedando fuera los delitos más graves como intento de homicidio y violación, al considerar la Procuraduría de Justicia que no había elementos suficientes para hacer la imputación.

Por los delitos menores de lesiones y abuso erótico sexual, el  agresor podría recibir una pena no mayor a los 4 años de prisión,  pero al considerarse delitos menores,  podría quedar libre bajo fianza.

Ante esto, el presidente el presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, Alfonso Fragoso, dijo que en el caso de la joven Lucero, la juez habría tenido que señalar que era improcedente hablar de la vida privada de la víctima, pero que no sería suficiente para que la actuación de la juez sea revisada por el Consejo del Poder Judicial, pues además existe una apelación por parte del MP. Mencionó que el Ministerio Público fue quien acusó por lesiones y abusos eróticos sexuales cometidos contra la joven, y la juez no puede determinar sobre delitos que no se le presentaron, y que si el juicio no fue privado fue porque las partes accedieron a ello.

Por eso estamos como estamos... Es de considerarse que cualquier servidor público con una evidente carencia de profesionalismo, sin la capacidad adecuada para ser objetivo, imparcial ni cabal, debería ser removido de su cargo; alguien así NO tiene las aptitudes para ocupar un puesto público y, mucho menos, para aplicar justicia.

Así mismo, el padre de Lucero ha argumentado:
Pido a las autoridades de Guanajuato que el proceso sea llevado a cabo con perspectiva de género, dejando de señalar a mi hija, justificando las agresiones que recibió, y que se incluya en los cargos contra Miguel Ángel Jasso los de tentativa de violación y de homicidio. Fermín Salcedo, padre de Lucero.

¿Será necesario que se les “pida” a las autoridades que un proceso donde la víctima, una joven de 18 años salvajemente agredida, sea llevado a cabo con objetividad, imparcialidad y con perspectiva género?, ¿Acaso no debería asumirse que esa es la forma en que un juicio debe llevarse a cabo? Si desde el inicio del proceso, el MP hubiera hecho su trabajo de forma eficiente y apegado a la ley, no tendría que solicitarse que la acusación incluya los delitos que, a todas luces, se cometieron de forma arbitraria.

Ahora bien, supongamos...¿Y si el agresor hubiera cumplido su cometido y  la hubiera matado?. La respuesta ya la sabemos, el resultado sería exactamente el mismo de siempre:  no habría pasado nada. Lucero se habría convertido en un número más de la lista de feminicidios (que en Guanajuato, según organismos de la sociedad civil, el número de mujeres asesinadas es tan elevado que han solicitado la Alerta de Violencia de Género, la cual, ha sido negada por las autoridades) o, tal vez, de haberla asesinado, ni siquiera se hubiera considerado como feminicidio por no cumplir con los requisitos que la ley establece y entonces lo hubieran calificado como homicidio imprudencial o algo parecido. 

Entonces, ¿quién muestra mayor inmoralidad, falta de ética, de principios y de valores… ellos, los verdugos de Lucero, que en lugar de atender y sancionar debidamente a un delincuente se dedican a humillar y menospreciar a las mujeres, o Lucero, que como muchas mujeres acuden a las autoridades para denunciar las agresiones de las que son víctimas, con la esperanza de encontrar justicia? 

Así las cosas, el sistema de justicia deja varios  mensajes:  El primero de ellos podría ser: “Mujeres, no se nieguen ni se quejen” porque podrían vivir la peor de sus pesadillas; pero, por el contrario,   si acceden a tener relaciones con alguien, entonces la sociedad las señalará como “inmorales", por hacer uso de sus cuerpos; “inmorales", aquellas que pretendan llevar una vida sexual libre de elegir con quién y cuándo, como los hombres lo hacen, pero la gran diferencia, y ténganlo presente, es que ellos son hombres y nosotras solo somos mujeres y eso, como ya lo hemos dicho y comprobado, en este país NO ES LO MISMO.

Gran contradicción, si aceptamos tener sexo con alguien somos inmorales, provocadoras y fáciles… Si no aceptamos porque no queremos, porque el tipo no nos gusta o simplemente porque no se nos pega la gana, entonces también somos tachadas de provocadoras y merecemos una golpiza, solo porque el sujeto no es capaz de sentirse rechazado. Tipejos como ese abundan y son peligrosos, por lo que las autoridades deberían enseñarles que cuando una mujer dice NO ES NO. Jamás deberían ser solapados ni protegidos por todo un sistema social y de justicia, pues  dejarían ver que sigue siendo retrógrada, machista y misógino. 

¿Acaso ella estaba obligada a aceptar?
Me indigna, pues esta servidora tiene una hija casi de la edad de Lucero, una hija a la que, desde el día en que nació, he tratado de educar para que aprenda a decidir de acuerdo a sus tiempos, incluyendo, lo que tenga que ver con su propio cuerpo. Del mismo modo, he intentado inculcarle a través del ejemplo, con libros, con experiencias la importancia de saber decir NO y de ser asertiva… ¿cómo puede entender una adolescente lo que sucede, cuando ve lo que consigue una valiente chica como Lucero al decir “NO”?, ¿Cómo confiar en las autoridades en caso de que alguien cercano, una hija por ejemplo, sufra alguna agresión de cualquier tipo?

Lucero no solo fue valiente al decir NO y soportar la brutal golpiza que el delincuente le propinó, sino que además fue valiente al denunciar, al escuchar en el juicio toda esa bola de improperios y verse, de pronto, convertida en la inmoral y verduga de su victimario. Su único anhelo es encontrar justicia, la única que merece… y eso, por lo visto, es inaceptable. Según fuentes fidedignas, hay quienes han tratado de obstaculizar de varias formas que la información se difunda, y esa es una forma más de violentar un derecho que tiene: la libertad de expresión.

Pero quizás lo más deleznable es darse cuenta de la falta de unión y de solidaridad (o mejor llamada sororidad) que hay entre las mujeres…. ¿Cómo es posible que la MP, la psicóloga, la Juez y cualquier fémina que haya estado involucrada en este caso desde el principio, sean quienes hayan hundido a Lucero en esta falta de justicia? ¿cómo es posible que hayan facilitado y hasta fomentado la cruda y deshonesta actuación de la defensa del agresor?

A Lucero, como a miles de mujeres de este país,  la han revictimizado más de  una vez, y no solo a nivel institucional, sino que socialmente ha sido objeto de opiniones variadas que van de lo insensible a la total indignación.

Guanajuato, como los demás estados de la República Mexicana, tiene un alto índice de violencia contra las mujeres, así como de feminicidios. Las cifras reales, como siempre, son inexistentes, solo las que pueden contabilizarse a través de algunas organizaciones preocupadas por esta gravísima problemática. Diariamente, cientos de mujeres tienen que sufrir algún tipo acto de agresión, violencia, discriminación o la transgresión a uno o varios de sus derechos fundamentales, por el simple hecho de ser mujeres y podemos darnos cuenta a través de ciertos estudios, estadísticas o encuestas que realizan algunos organismos de la sociedad civil... ¿Qué nos pueden decir las autoridades de cada uno de los estados, incluyendo Guanajuato, donde en repetidas ocasiones se ha solicitado que se decrete la Alerta de Violencia de Género (AVG), dadas las deplorables condiciones de inseguridad en que las mujeres viven, así como por los innumerables feminicidios que se cometen diariamente? ¿Por qué siguen negando a las mujeres el derecho  a ser protegidas? ¿Por que niegan a decretar la AVG, argumentando falsamente  que "no pasa nada" y que la violencia solo sucede en casos aislados? 

Tanta inconsistencia e impunidad solo tiene un mensaje: LAS MUJERES NO VALEN; los hombres machistas, violentos y abusivos lo entienden así, y por eso cada vez hay más casos de violencia contra las mujeres donde la brutalidad es mayor. La impunidad fomenta y promueve la violencia contra las mujeres. 

¿De qué ha servido firmar convenios y tratados internacionales que protegen los derechos de las mujeres?, ¿De qué sirve la tan cacareada Ley General de Acceso a Las Mujeres a una Vida Libre de Violencia?, ¿De qué sirven los mecanismos que en dicha ley se establecen para salvaguardar la integridad de las mujeres, como son las órdenes de protección y la Alerta de Violencia de Género?, ¿Con qué frecuencia se emiten las órdenes de protección?, ¿Por qué no se ha decretado en ningún estado de la República Mexicana la AVG, a pesar de los casos comprobables de violencia y de feminicidios que se cometen con toda impunidad poniendo en riesgo a más y más mujeres?, ¿De qué sirve la tipificación del feminicidio si a la hora de determinar el delito las autoridades no los reconocen como tal?, ¿Por qué se deja todo a la interpretación de jueces que, muchas veces, muestran ser incompetentes para realizar el trabajo de impartición de justicia que se les encomienda?, ¿Por qué… por qué y por qué…? Sí, son muchas las preguntas y no existen las respuestas… lo que es un hecho es que cada día hay más mujeres que levantan la voz, que nos unimos para informarnos y exigir que nuestros derechos se reconozcan y se respeten.

¿Qué pasara con el caso de Lucero? 
El proceso legal sigue su curso y será hasta el 30 de noviembre cuando se realice la segunda audiencia, una vez que se haya terminado con la investigación.

Cabe mencionar que la Procuraduría de Justicia del Estado presentó una apelación enfocada a que se dicte orden de aprehensión a Miguel Ángel Jasso, porque en la primera audiencia, la jueza Paulina Medina sólo pidió que se cumplieran con siete medidas cautelares. Así mismo, los abogados de la joven de 18 años también pidieron una copia de la carpeta de investigación que integró el Ministerio Público para estudiarla porque no se incluyeron los delitos de tentativa de homicidio y violación dentro de la carpeta. 

El gobernador Miguel Márquez aseguró que el gobierno no ha minimizado el asunto pero tampoco lo ha maximizado.

Simple y sencillamente es un tema en el cual la violencia contra cualquier ser humano duele y contra un ser humano indigna, entonces en ese sentido claro que nos duele, para nosotros es un tema sensible, es un tema en el cual hemos venido trabajando con iniciativas, con reformas a las leyes pero no basta ello”, dijo.

Subrayó que el tema es de competencia federal, estatal, municipal pero sobre todo social puesto que no habrá programas que puedan resolver estas situaciones por sí solos, ya que se trata de un tema de cultura y la disposición de la sociedad para afianzar el valor de la mujer en la familia.

Comentó que Guanajuato sigue siendo una de las entidades más seguras... pero creo que eso debería preguntárselo a Lucero y a otras miles de mujeres que viven (¿o sobreviven?) en dicha entidad.

Además, hace unos días, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) intervino en el caso de Lucero para exigir al Gobernador de Guanajuato que se haga justicia. Solicitó al Gobierno de Guanajuato y al Poder Judicial que se investigue y sancione a los funcionarios involucrados (Ver nota: http://www.sinembargo.mx/12-10-2013/782558).

COLOFÓN:
NO olvidemos que, aunque no podemos nombrar a todas, existen muchas otras historias que denotan todo tipo de violencia contra las mujeres, desde abusos psicológicos, económicos, el arrebato de los hijos cuya custodia tiene la madre, violaciones hasta los feminicidios.

La naturalización de la violencia de género sirve como arma de sometimiento, donde no hacer nada que ayude  o favorezca a las mujeres, otorga poder permanente a una sociedad netamente dominada por hombres y mujeres machistas. 

Sabemos que el caso de Lucero es un reflejo del degradante  lugar que tenemos las mujeres dentro de la sociedad y del poco valor que tenemos ante el sistema de justicia mexicano. Esperemos que este caso, así como todos los demás que quedan pendientes,  no resulten muchos otros más que han pasado a la historia sin que se castigue al agresor. Sin embargo, la historia de Lucero puede servir como precedente para que las autoridades se den cuenta de las fallas, carencias y deficiencias que el sistema de justicia mexicano posee, con el fin de mejorar, optimizar, desarrollar y evolucionar los mecanismos que deben ejercerse para la aplicación de la justicia que la mujeres esperan y merecen. 

La actuación de las autoridades, el adecuado funcionamiento de las instituciones, la aplicación adecuada y eficiente de los mecanismos y de las leyes creadas en pro de las mujeres, bajo una perspectiva de género, es indispensable en el proceso de denuncia.



MUJER:
El llamado para la sociedad, para que nos conscienticemos y participemos activamente en la prevención y eliminación de la violencia contra las mujeres pero, principalmente, hacemos un riguroso llamada a las autoridades de este país, para que cumplan de forma eficiente y cabal con las funciones que les correspondan y protejan a las mujeres que vivimos en este país, aplicando las leyes y los mecanismos necesarios para tales efectos, sancionando a los agresores, capacitando a los servidores públicos  y garantizando una vida libre de todos los tipos de violencia, tanto en lugares públicos como en privados. 

Las mujeres de este país queremos y exigimos justicia, y no, no queremos   justicia divina, ni tampoco esperamos que ocurra eso que llaman karma ni pretendemos que la vida se cobre las aberraciones de los agresores e incompetentes, eso es independiente… lo que queremos las mujeres de este país es JUSTICIA, esa a la que tenemos derecho y donde cada quien obtiene lo que se merece, porque quien comete un delito o lo fomenta,  merece ser  sancionado, lo cual,  se logra al aplicar las leyes de forma efectiva, eficiente, imparcial, objetiva y expedita.

LAS MUJERES exigimos  que TODOS nuestros derechos se respeten y sean salvaguardados como dice la Constitución. Queremos gozar de los derechos que, efectivamente, tenemos y que día a día son ignorados y pisoteados.

Exigimos respeto…

Exigimos  justicia…

Exigimos seguridad tanto en la calle como en nuestras casas…

Exigimos ser atendidas sin discriminación de ninguna clase en los centros de salud y de justicia...

Queremos justicia cuando alguien nos acosa, cuando nos discriminan, cuando solicitamos atención médica, cuando nos agreden de cualquier forma, cuando nos explotan, cuando nos niegan el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas… queremos justicia cuando nos arrebatan a nuestros hijos ignorando la custodia que nosotras tenemos sobre ellos, cuando tenemos que luchar por obtener el derecho que nuestros hijos tienen a una pensión alimenticia, queremos ser atendidas digna y eficientemente cuando acudimos a denunciar y donde, frecuentemente, somos revictimizadas, humilladas y juzgadas por servidores públicos incapaces e ignorantes de las leyes, de los tratados y  de perspectiva de género, queremos justicia cuando nos violan, cuando nos maltratan y también cuando nos matan….

Ya no queremos discursillos donde las frases trilladas que  suelen emitir los servidores públicos y las autoridades como: la violencia contra las mujeres es inaceptable, o ninguna mujer más debe ser violentada… ¡¡eso lo sabemos, lo que necesitamos es que lo demuestren!!, no como un favor o una dádiva, es su obligación proteger nuestros derechos, así como crear y aplicar los mecanismos necesarios para salvaguardar nuestra dignidad y nuestra integridad emocional y física.

NO MÁS PRETEXTOS NI TARDANZAS... 
las mujeres de este país queremos vivir con dignidad y justicia.




Fuentes:





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