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jueves, 5 de julio de 2012

Ciudad Juárez: Imperio de injusticia para las mujeres





En los últimos años, la violencia contra las mujeres se ha incrementado de forma alarmante a lo largo del país. A pesar de ello, las autoridades responsables a nivel federal y local, no han implementado las medidas integrales necesarias para erradicar este fenómeno. La violencia contra las mujeres se genera dentro de un sistema patriarcal, de desigualdad y exclusión social. Se ve agravado por un contexto de inseguridad y violencia generalizada en el marco de la estrategia de combate a la delincuencia organizada, en el que se identifica un patrón sistemático de impunidad, generado por la falta de investigación, juzgamiento y sanción por el sistema de administración de justicia. 


La violencia extrema contra una mujer es el feminicidio. Sara Lovera, periodista y fundadora de Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC), define la violencia feminicida como: 


La forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de las mujeres y que se agrava cuando el Estado no actúa y la sociedad lo consiente”. 



El número de feminicidios en México ha ido en aumento constante desde 1985 hasta el año 2009, con un breve periodo de caída en 2000, y la prueba de que el clima de violencia afecta en particular a las mujeres es el hecho de que los asesinatos de varones en el mismo periodo analizado fueron a la baja. (Informe Feminicidio en México. Aproximación, tendencias y cambios 1985-2009, editado de manera conjunta por ONU Mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres y El Colegio de México). 


Las entidades federativas donde la violencia contra las mujeres es mayor son Chihuahua, Baja California, Guerrero, Durango y Sinaloa, lo cual indica que este clima de agresiones se relaciona con la presencia del crimen organizado y el tráfico de migrantes, pero no obedece únicamente a dichos factores. 

A diferencia de los hombres, quienes suelen morir por disparo de arma de fuego, en el caso de las mujeres las técnicas de asesinato son más brutales, como estrangulamiento, ahorcamiento, sofocación en agua, uso de objetos cortantes y envenenamiento. 


Además, en 15 estados aún es válido argumentar que el homicidio fue por celos o por una emoción violenta, para atenuar la pena de cárcel. 



Según el informe, México ocupa el lugar 16 en la incidencia de homicidios contra mujeres en el plano mundial, debido a que.los casos de feminicidio en el país han registrado un aumento sostenido desde el año 2007. 


De acuerdo a cifras recopiladas por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) entre 2007 y 2008 se registraron 1,221 asesinatos de mujeres sólo en 12 estados de la República (Chihuahua, Distrito Federal, Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Tabasco y Yucatán). 

A partir del 2008, los índices de violencia contra las mujeres registraron un incremento sostenido, según datos recopilados por el OCNF. Entre enero de 2010 y junio de 2011, sólo en 7 entidades federativas (Distrito Federal, Estado de México, Nuevo León, Oaxaca, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas) las Procuradurías Estatales de Justicia registraron 1,235 mujeres víctimas de presuntos feminicidios, de éstos, 320 sucedieron en el Estado de México, 169 en Tamaulipas y 168 en Sinaloa. 

Desde el inicio de la administración de Enrique Peña Nieto en 2005 hasta el 2010, se registraron 1003 casos de presuntos feminicidios en el Estado de México, concentrándose el 54% en diez municipios (Ecatepec de Morelos, con 118 casos, Netzahualcóyotl con 71, Tlalnepantla de Baz con 53, Toluca con 45, Chimalhuacán con 42, Naucalpan de Juárez con 40, Tultitlán con 35, Ixtapaluca con 31, Valle de Chalco con 30 y Cuautitlán Izcalli con 25 casos). 

A partir de la información proporcionada por la Procuraduría General de Justicia del Estado de México al OCNF, se reconoce que sólo en el 2011 se cometieron alrededor de 282 asesinatos de mujeres en la entidad. Sin embargo, la Procuraduría sólo investiga como feminicidios 53 casos, a pesar de que en 63% de los casos, las víctimas murieron por actos que implican el uso excesivo de la fuerza, lo cual refleja la saña con la que fueron privadas de la vida. 

Es preocupante que en la mayoría de los asesinatos de mujeres, las autoridades desconocen quién es el agresor y homicida. Sólo en los casos donde el asesinato fue cometido por una persona conocida (pareja, familiar o vecino) las autoridades conocen la identidad del victimario,  lo que refleja una falta de diligencia debida en la investigación de los feminicidios. 

En México se vive un patrón de impunidad sistémica, reflejo de la falta de acceso a la justicia. Frecuentemente las víctimas, al intentar acceder al sistema de justicia, son maltratadas y discriminadas. Es evidente la carencia de una política integral institucionalizada que garantice el acceso a la justicia para las mujeres, presentando fallas a lo largo de todas las etapas del proceso penal. En la etapa de investigación, las mujeres se enfrentan con retrasos injustificados, falta de realización de pruebas periciales clave para la investigación e intromisiones injustificadas en su vida privada, así como la culpabilización y descalificación por parte de las autoridades. 

Las acciones implementadas por el Estado no corresponden a la dimensión del fenómeno de violencia contra las mujeres y la falta de acceso a la justicia para las mujeres que habitan en este país. Aún cuando se han creado instancias, se ha tipificado el homicidio agravado por razones de género en algunas entidades y se han creado Protocolos de Actuación, no se ha resuelto de fondo el problema de discriminación, violencia e impunidad que persiste a nivel nacional. 

Es evidente la falta de políticas reales que cumplan con el objetivo de erradicar la violencia, tanto en espacios públicos como privados, que se agrava con la violencia institucional que impera en las distintas instituciones gubernamentales. Persiste el desinterés, la omisión y la negligencia en las investigaciones, así como la existencia de actitudes discriminatorias hacia las mujeres y niñas, caracterizadas por valoraciones subjetivas plagadas de estereotipos, que minimizan la problemática y justifican la falta de atención. 

Ciudad Juárez: símbolo de tortura, muerte e impunidad 

Chihuahua es una de las regiones con un alto número de feminicidios y de mujeres desaparecidas. Sin embargo, Ciudad Juárez representa un caso especial, debido al alto nivel de denuncias de las familias y activistas y la constante exigencia de justicia que sigue sin recibir una respuesta satisfactoria y que ha internacionalizado el fenómeno. 

La ciudad fronteriza, tiene una idiosincrasia particular que conforma un caldo de cultivo ideal para que la violencia machista quede impune: narcotráfico, alto flujo migratorio, maquilas, zonas de tolerancia, EEUU, corrupción, impunidad, machismo, falta de garantías jurídicas y de seguridad, urbanización deficiente, desidia institucional y gubernamental, falta de voluntad política…etc. 

Gloria, quien es trabajadora de las maquiladoras,  opina sobre la situación de miedo que las mujeres viven diariamente en esa ciudad: 


Las mujeres no tenemos confianza en la justicia porque no se ha hecho nada. Antes aparecían los cadáveres lejos, casi en el desierto en las afueras de Juárez, pero hace poco dejaron a una mujer muerta en plena avenida en la ciudad. E incluso entre mismas policías no se tienen confianza. En las maquiladoras, las mujeres no denuncian el acoso sexual primero porque a una como mujer no se nos hace caso; pero también por temor a represalias. En las maquiladoras nos amenazan con boletinar por internet nuestros nombres para que no nos contraten en otras fábricas. Otras trabajadoras piensan que hasta pueden ser golpeadas si insisten en sus denuncias”. 
Ciudad Juárez desató la alarma hace casi 20 años, en 1993, tras el asesinato de Alma Chavira Farel y tras otros crímenes que tuvieron gran impacto social como los de Lomas de Poleo, Cristo Negro, Lote Bravo o Campo Algodonero. 

En las últimas dos décadas, Ciudad Juárez ha sido virtualmente sinónimo de feminicido. De acuerdo a un estudio coordinado por un comité legislativo de la Cámara de Diputados de México y las Naciones Unidas, en 2009 el estado de Chihuahua tuvo el rango más alto de asesinatos de mujeres y hombres en el país. Pero aunque los hombres en Chihuahua también han sido asesinados, la desaparición y asesinato de jóvenes mujeres es un fenómeno claramente definido y único en esta región. 

María Sagrario de 17 años, una mujer delgada, de piel morena, salió de su casa a las tres de la mañana para ir a trabajar. Como siempre transitó por metros de camino arenoso en la madrugada oscura, donde se percibe el olor a drogas y prostitución, partía en tinieblas y regresaba ya entrada la noche: un día jamás volvió. Su caso se suma a otros muchos que ha vivido Ciudad Juárez. El cadáver de María Sagrario González Flores apareció con signos de violación en abril de 1998. Es una de las muchas muertas de Ciudad Juárez cuyos casos no tienen solución. 

El caso de María Sagrario no es aislado, existen cientos de historias reales de mujeres que habitan en esa ciudad y que han padecido la crueldad, el salvajismo y la violación de todos sus derechos fundamentales. 

Un grupo de mujeres sufre de un particular tipo de violencia que es definido por algunos expertos desde hace muchos años como: feminicidio sexual sistemático, el cual tiene que ver con desaparición, tortura, violación, mutilación y abandono de sus cuerpos en lotes vacíos o en áreas desérticas de la ciudad. Y también existe el velo de cobertura para aquellos responsables de estos asesinatos. 

No hay un número oficial estimado de la cantidad de mujeres que han sido asesinadas de esa manera desde 1993, pero organizaciones sociales y académicos han documentado casos de cientos, tal vez miles, de mujeres muertas en circunstancias similares. 

El primer caso documentado del feminicidio en Cd. Juárez empezó con la muerte de Alma Chavarria Farel, 13 años, 23 de enero de 1993. Otro caso documentado en febrero de 2003, de los más desgarradores y atroces, es el de Brenda Berenice de tan solo 6 años de edad, quien además de haber sido apuñalada y violada, los agresores le sacaron los ojos. 

Los casos más resonados han involucrado el hallazgo de cuerpos de mujeres aventados en lotes baldíos en una sola área. En 1995, los cuerpos de 12 mujeres fueron encontrados en un área cerca de la carretera a Casas Grandes y Lote Bravo; un año después, ocho cuerpos fueron descubiertos en Lomas de Poleo. En 2001, otros ocho cuerpos fueron encontrados en un campo de algodón frente a la asociación local de maquiladoras, mientras que en el 2003 se encontraron los restos de otras seis mujeres en el área de Cristo Negro. 

Los escalofriantes hallazgos continúan cada año. Hasta abril de 2012 se contabilizaban (de forma no oficial) 89 feminicidios en todo el estado de Chihuahua, 


La cantidad exacta aún es un misterio debido a la aparente falta de voluntad investigativa por parte de las autoridades mexicanas. Incluso la ex comisionada especial del gobierno federal en el caso de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Guadalupe Morfín Otero, reconoció durante su gestión que "probablemente" no se puedan entregar buenos resultados de todos los crímenes de mujeres ocurridos en esa localidad. 


Muchas han sido las acciones anunciadas, pero pocos los avances de este magnicidio que avergüenza a México. Sin embargo, las autoridades estatales y municipales encargadas de prevenir estos delitos han declarado en repetidas ocasiones que el número de muertes es normal para una ciudad del tamaño de Juárez. 

Pero sea cual sea el número exacto de mujeres asesinadas, en el desierto nadie las escuchó gritar cuando eran violadas y torturadas y, aún con vida, les arrancaron los pechos a mordidas. 

Martha Altolaguirre, relatora especial de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su visita a México en febrero del 2002 comentó: 

Estoy consternada y muy afectada, no es la primera vez que escucho testimonios, he encontrado situaciones muy traumáticas en otros países, pero lo ocurrido en Ciudad Juárez es intolerable, inaceptable y parece haber ahí impunidad. Es indiscutible que ha habido negligencia, no se ha puesto toda la voluntad requerida… Me parece increíble que las autoridades de un gobierno o de un estado hagan declaraciones que francamente deberían ser sancionadas, al menos administrativamente, o no debieran existir funcionarios en activo que piensen que las mujeres por su forma de vestir y por sus necesidades son las responsables de que ocurran asesinatos” (Se refiere al panista Francisco Barrios Terrazas) Observo una falta de confianza notable y generalizada en la administración de justicia de la entidad, cuando no se sanciona y castiga a los responsables de violaciones a derechos humanos y crímenes, el mensaje que se envía a la sociedad ES DE TOTAL IMPUNIDAD.” 

Coincidencias en las víctimas: 
Adolescentes, con una estatura promedio de 1.60 metros, cabello lacio a la altura de los hombros y un fólder amarillo entre sus manos, son desde hace 20 años el patrón de las jóvenes desaparecidas y luego encontradas muertas en Ciudad Juárez y alrededores. 


El cabello a los hombros se ve a metros y si fuera un asesino serial tendría una fijación por el cabello. Y que tenga además un fólder amarillo indica que lleva su documentación para buscar trabajo. Eso es mortal, nadie debe traerlos”, señaló Francisca Galván, asesora jurídica del Comité de Madres y Familiares de Hijas Desaparecidas en Ciudad Juárez. 


De acuerdo a la activista, al menos el 90 por ciento de los 40 casos con los que cuenta el Comité coinciden con estas características, así como varias de las víctimas localizadas sin vida en diversas fechas. 



Al menos las últimas jóvenes identificadas por las autoridades no se conocían entre sí, pero desaparecieron principalmente los lunes, durante la mañana o el mediodía, antes o después de tomar un camión de transporte público. 


Las víctimas fueron seleccionadas previamente, ya que tienen las mismas características. Eran jóvenes, en su mayoría empleadas de plantas maquiladoras o de comercios en la zona centro de Ciudad Juárez, que no contaban con vehículos para trasladarse y que tenían que viajar en camiones de pasaje urbano.

Eran bonitas y jóvenes, delgadas, morenas de cabello largo, que vivían en los cinturones de miseria que rodean la ciudad y que llegaron a la frontera desde otras ciudades, atraídas por la posibilidad de encontrar trabajo de inmediato y de ayudar a sus familias. 


La mayor parte de los homicidios fueron cometidos con enorme brutalidad, ya que aparte de violarlas sexualmente por ambas vías, el o los homicidas, les apretaban el cuello para estrangularlas, con lo que el violador sentía mayor placer porque ellas contraían de esta forma sus órganos genitales, además las mordieron, y atacaron con cuchillos en pecho y abdomen en extraños ritos de muerte.


Algunas tenían los senos cercenados, otras tenían el pelo cortado en la base del cráneo, unas cuantas tenían cortado un triángulo en sus órganos genitales lo que hace pensar en ritos satánicos. 


Muchas muertes siguen un patrón: niñas de entre 13 y 18 años, violadas, mutiladas y estranguladas. Algunas presentaban cortes en pechos, labios o marcas parecidas a una X en sus brazos, caras o espalda. Otras tenían la cara destrozada, descuartizadas, quemadas y se supone que todas sin excepción fallecieron aterrorizadas. 


Ninguna de las adolescentes encontradas en la sierra del Valle de Juárez habían terminado la preparatoria, algunas pensaban seguir estudiando, pero al desaparecer buscaban trabajo o estudiaban cursos de Computación o Inglés. 


Según el informe dado a las madres por la nueva Fiscalía Especializada de Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género, las jóvenes localizadas tienen entre seis y 12 meses de haber sido asesinadas. 


Se han localizado desde cuerpos casi completos, hasta sólo algunos restos óseos de un cráneo. Y aunque algunas madres han logrado convencerse de que se trata de sus hijas, al reconocer la ropa con la que desaparecieron, en otros casos no se encontró evidencia alguna. 

"Es una masacre de jovencitas y, al final, sólo entregan cinco o seis huesos, con el reporte de ADN”, señala con indignación



Yo sé que esto es macabro, no quiero imaginarme qué es lo que pasa ahí. En algunas no hay nada, pero hay un caso en el que está su pantalón y –al ver la zona donde fue localizada- te preguntas si ahí la mató y la dejó tirada en la superficie de la tierra, ¿cómo es posible que el pantalón esté intacto?”, cuestionó la activista. 



Según los antropólogos de la Fiscalía General del Estado (FGE), los restos óseos son manipulados por la fauna del lugar, pero esta fauna dejó intacto el pantalón, señaló. 


En el caso de Jéssica Peña, desaparecida a los 17 años de edad, el 29 de mayo de 2010, explica la asesora jurídica, que la madre, María García, “sólo recibió dos partes de huesos largos, parte del cráneo y la dentadura incompleta, que fue lo que identificó por fotografías”. No hay una estructura ósea completa o más o menos completa, dice la abogada, ni tampoco dejan entrar a las madres a la morgue a revisar directamente los cuerpos.  No les presentan más elementos de apoyo para la identificación de las osamentas, pese a que cuentan con las prendas que llevaban las víctimas cuando las ultimaron.


Con suma preocupación, Galván Segura señala que “el estado no ha hecho bien su trabajo de investigación, y los criminales ahora son más brutales, porque se han especializado muy bien en sus crímenes. Los feminicidios están en completa impunidad, por una parte, pero por otra las madres tienen serias dudas de que les entreguen realmente los restos de sus hijas. "


La fiscalía del Estado de Chihuahua también puntualizó que varios de estos homicidios se ajustan a un molde: en su mayoría son jóvenes de tez morena, desempleadas o trabajadoras de la industria maquiladora o estudiantes que han sido secuestradas, violadas repetidas veces por más de una persona, torturadas, mutiladas y asesinadas. Sus cadáveres son tirados en lotes baldíos. 

Guardadas en el Servicio Médico Forense: 
Hilda Gabriela Rivas Campos, desapareció el 25 de febrero del 2008 a los 16 años de edad, en el Centro de la ciudad donde buscaba trabajo. 


Pese a ser localizada el 8 de marzo del 2008, la jovencita fue entregada a su familia tres años después de permanecer en el Servicio Médico Forense. 



Entre septiembre y diciembre de 2011, fueron localizados los restos de Janeth Rivera Chávez; Mónica Liliana Delgado Castillo de 18 años, desaparecida el 18 de octubre del 2010; Adriana Sarmiento Enríquez, quien desapareció en febrero del 2008 a los 15 años; Jéssica Terrazas Ortega, de 18 años, desaparecida el 20 de diciembre del 2010 y Yazmín Salazar Ponce, de 17 años, extraviada el 27 enero del 2011. 



También se encontraron los cuerpos de Jazmín Villa Esparza, de 13 años; Leonor García Villa, de 26 años y Dulce, todas desaparecidas el 3 de octubre del 2010. 



Tras nuevos rastreos en las mismas zonas, este año se localizaron los restos óseos de Fabiola Janeth Valenzuela Banda. 



Posteriormente, en la sierra de San Isidro se dio el hallazgo de otras 12 jóvenes, entre las que se encuentran Lizbeth Avilés García, de 17 años de edad, desaparecida el 21 de abril de 2009; Andrea Guerrero Venzor, de 15 años, extraviada el 8 de agosto de 2010 y Jéssica Leticia Peña García, de 15 años, con fecha de desaparición del 30 de mayo de 2010. 



La identidad de estas mujeres se dio a conocer el 23 de febrero, y días después, el 8 de marzo, se entregaron los restos de Deisy Ramírez Muñoz, quien desapareció el 22 de julio del 2010 a los 16 años de edad. 



El 15 de abril se informó la identificación de dos cuerpos más, el de Yasmín Taylen Celis Murillo, de 16 años, desaparecida el 7 de febrero del 2010 cuando viajaba del fraccionamiento Riberas del Bravo a la zona Centro y de Idaly Juache Laguna de 19 años, desaparecida el 23 de febrero del 2009 al salir del entonces Cereso Municipal. 



El cuerpo de la primera fue recibido por su madre el 17 de abril y enterrado un día después en el panteón municipal San Rafael, tras reconocer el suéter rojo favorito de la adolescente y el pantalón de mezclilla con brillitos que ella misma le había comprado. 



El caso de Idaly fue diferente, pues sólo se localizaron restos de un cráneo y existe un testigo que aseguró haberla visto hace tres meses, mientras que las autoridades le hablan de más de un año de permanecer en la sierra. 


El sábado 19 de abril fue entregado el cuerpo de otra jovencita de nombre Perla Ivonne Aguirre González, de 15 años de edad, desaparecida el 20 de julio del 2009 en el Centro de la ciudad.  



El mismo sábado se informó a la madre de María Guadalupe Pérez Montes, de 17 años de edad, desaparecida el 31 de enero del 2009, sobre su hallazgo entre los mismos restos ubicados en el Valle de Juárez. 


Según Galván, en total son más de 150 los cadáveres existente en el Semefo. 


Si estuvieran en Juárez, se darían cuenta de la magnitud del problema y de su impunidad”. La experiencia de los años de trabajar jurídicamente con estos casos de violaciones de derechos humanos, es el argumento que da la abogada para suponer la existencia de más cuerpos, “sólo basta observar los resultados de las investigaciones de las autoridades hasta ahora”. 



Por lo que está pasando en Juárez, parecería revivir el pasado, cuando se iniciaron los crímenes, hace veinte años”. Pero también, analiza, “a lo mejor nunca hubo un pasado, todo el tiempo ha sido el presente, porque no ha hemos tenido un año sin que suceda un feminicidio”.



“¿Acaso la sociedad tiene roto el corazón y le vale todo?”, cuestionó al invitar a los juarenses para que denuncien. Mientras que otras mujeres continúan sin regresar a casa. 


Javier Juárez, periodista e investigador amenazado de muerte
Javier Juárez, periodista español de Los Ángeles Press ha dedicado gran parte de su trabajo a la investigación de las desaparecidas en Ciudad Juárez. 

El pasado 20 de diciembre, Javier Juárez, tuvo que coger en Ciudad de México un vuelo urgente de regreso a Madrid. Una semana antes le habían mandado, a través de una amiga, un recadito: “Lo vamos a levantar y se lo va a llevar la verga”. Fue esta amenaza la muerte lo que llevó a verter en su libro "Desaparecidas en Ciudad Juárez"  sus indagaciones sobre las desapariciones y asesinatos de niñas en uno de los rincones más olvidados del mundo. 

El pasado 15 de Junio, en  la presentación de "Desaparecidas de Ciudad Juárez" en el Salón de Actos del Ilustre Colegio de Abogados de Alcalá de Henares, Javier Juárez presentó el resultado de cuatro años de investigación, y acusó directamente a los funcionarios mexicanos que han corrompido las investigaciones, los mencionó por nombre y apellidos, y dio a conocer el caso de Adriana Sarmiento Enríquez, joven de 15 años de edad, desaparecida el 18 de enero de 2008, asesinada tres días después y retenida en la morgue por más de tres años, mientras su madre la seguía buscando junto con las autoridades. El 29 de noviembre de 2011 se reveló que el cuerpo de Adriana yacía en la morgue y las autoridades habían mentido a la madre. 

Desaparecidas en Ciudad Juárez” es un trabajo en el que se analiza de forma pormenorizada casos flagrantes de abuso de poder, donde se hace un estudio de los casos que ejemplifican este “genocidio” silenciado y donde se exigen actuaciones penales contra funcionarios, policías y militares con nombres y apellidos, y donde se aportan direcciones y locales que deben ser investigados.

Javier Juárez fundó a finales de 2010 la red SIN ELLAS NO ESTAMOS TODOS que pretende ser un altavoz internacional de denuncia y apoyo a la lucha de las madres de Ciudad Juárez.

Entrevista: 


Todas y cada una de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez eran mexicanas, eran nuestras hermanas y como tales, tenían pleno derecho a vivir, a dedicarse a cualquier actividad lícita de su elección y a transitar libremente sin ser molestadas y sin poner en peligro sus vidas. La constitución señala el derecho de transito de cualquier ciudadano mexicano. Por el sólo hecho de vivir en una república que cuenta con un gobierno constitucional y un cuerpo de leyes que rige la vida de sus habitantes, también tenían el derecho a recibir del Estado la protección necesaria para no ser asesinadas. Y aún después de muertas, tenían derecho a que el Estado usara su fuerza para encontrar, juzgar y condenar a sus asesinos. Todos sus derechos les han sido negados, a pesar de que en una verdadera democracia, el estado de derecho debe prevalecer por encima de la impunidad. En Chihuahua, esa democracia no existe. 

Teorías sobre los feminicidios en Juárez: 

Debido a la falta de información seria, han surgido todo tipo de hipótesis sobre los móviles de los asesinatos que se cometen contra las mujeres de Juárez, tales como: crímenes pasionales, homicidas seriales, narcosatánicos, pornografía snuff, tráfico de órganos o de indocumentados. 



Hasta el momento, casi dos décadas después, no se ha confirmado cuál es el móvil de los asesinatos, o si han sido cometidos todos por los mismos autores… sin embargo,  los homicidios y las desapariciones de   mujeres continúan. Estas son algunas hipótesis:



1. Pornografía Snuff 

Hay quienes sugieren que existe una banda que podría estar utilizando a ciudad Juárez como base para producir películas pornográficas, mejor conocidas como hard core porno que consisten en una violación que termina con el asesinato de la víctima. Estas cintas tienen gran demanda en Europa, donde se venden en miles de dólares. Pueden ser adquiridas vía Internet o en el marcado negro. En esta vertiente se investiga la participación de redes de pornografía. 

2. Crímenes seriales 
Ante la alarma por las desapariciones, el ex gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas (1992 - 1998), contrató al criminólogo español José Antonio Parra Molina, para esclarecer los casos. Una conclusión del criminólogo fue que que probablemente exista un psicópata asesino extranjero que llega a Ciudad Juárez y comete los crímenes a sabiendas de que en Texas existe la pena de muerte y en México no. 


El ex gobernador, Barrio Terrazas, también contrató al ex agente del FBI, Robert K. Ressler, quien colaboró en la redacción del guión de la película: "El Silencio de los Inocentes". Ressler dijo que tal vez era uno o varios asesinos en serie, de origen hispano o estadounidenses que viven en el Paso y en Ciudad Juárez cometían los asesinatos. Los parajes solitarios por los que tienen que pasar las mujeres trabajadoras de las maquiladoras asustaron a Ressler, quien consideró que eran tan inseguros que él no se atrevería a atravesar por ahí ni siquiera armado. 


En 1995 en un legajo medio quemado encontrado en un terreno baldío surgió la leyenda de Ricky el violador. Era un diario que describía con obscenidades la forma en que eran violadas y estranguladas las mujeres. Después de tres años, escritos similares fueron recibidos por familias y jóvenes que eran escogidas como futuras víctimas. En esos mensajes anónimos reaparecía la firma de Ricky el violador. 

Una de las amenazadoras cartas de Ricky, enviada desde El Paso, alude a un tipo al que llama el Barbón a quien le gusta violar mujeres y las "jala hacia atrás hasta tronarles los huesos del cuello y luego (eyacula) cuando las mujeres están muertas", según se describe en el escrito. 

Las autoridades que ya tenían conocimiento del Ricky, no siguieron esta línea de investigación. 


3. Ritos, cofradías y narcotráfico. 

Debido a que junto a algunos cadáveres se han encontrado objetos rituales y restos de instrumentos de los que comúnmente se utilizan en ceremonias satánicas, varias personas especulan que son la causa de un número específico de asesinatos. 

"Los asesinatos de cerca de 300 mujeres, más que un problema de seguridad pública en esa región se debe a la presencia de bandas de traficantes de órganos y grupos de narcosatánicos" denunció David Rodríguez Torres, legislador federal del PAN, quien en el 2002 fue miembro de la Comisión Especial para conocer y dar seguimiento a las investigaciones relacionadas con los homicidios de mujeres. 

En el 2001, en un campo algondonero de Ciudad Juárez se hallaron ocho cuerpos de mujeres que tenían el pelo cortado en la base del cráneo y a unas cuantas les seccionaron un triángulo en sus órganos genitales, "lo que hace pensar en ritos satánicos (en oriente el triángulo es símbolo de la ultra derecha)", según relató el diario La Jornada. 

Sergio González Rodríguez, autor del libro "Huesos en el Desierto", opina que las autoridades desestiman pruebas, como el llamado "Diario de Ricky" en el cual alguien escribe cómo algunos narcotraficantes poderosos asesinan a las mujeres en sus orgías. 

Según varias pesquisas de integrantes de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas nunca se ha investigado más allá de la denuncia, como en el caso de Silvia Arce, desaparecida en Ciudad Juárez en 1998, a la edad de 25 años.  Evangelina Arce, la madre, obtuvo información de que en una casa de seguridad que presuntamente perteneció a Amado Carrillo Fuentes, el jefe del Cartel de Juárez, se encuentran los restos de su hija, pero las autoridades argumentan que no hay autorización legal para la búsqueda en éste u otros lugares donde se sospecha que son propiedad de narcotraficantes o casas de seguridad de la delincuencia organizada. 


4. Cacería de mujeres 

La periodista de El Paso Times, Diana Washington, menciona que según autoridades, en Juárez opera un grupo de personas que han convertido en su deporte la cacería de mujeres de un perfil similar, al cual llaman el deporte de la sangre. 

"Las bandas de sicarios que cometen ejecuciones en esta ciudad son psicópatas al servicio del mejor postor, y a veces cuentan con policías o ex policías para el trabajo. El grupo representa millones de dólares, porque sus miembros son empresarios que tienen nexos con el narco y otras redes del crimen organizado y políticos importantes con poder en ambos lados de la frontera", según el artículo de Washington. 


5. Carnada: Escuelas de Computación 

En un principio, las víctimas eran obreras de las maquiladoras estadounidenses que se establecieron en la frontera, incluso, muchas trabajadoras llegaron a declarar que posiblemente los dueños de éstas estaban involucrados. 

Posteriormente las escuelas de Computación ERA y ECCO, cuyos planteles se ubican en el centro de la ciudad de Chihuahua, aparecieron vinculadas a secuestros y desapariciones, por los menos doce estudiantes de estos planteles fueron  víctimas, publicó Sergio González, en un artículo para el diario Reforma. 

Un expediente del FBI publicado por la revista Proceso, menciona que a las elegidas previamente le piden información especial para una escuela llamada ECCO, y así obtienen sus datos. 


6. Tráfico de órganos 

Irma, madre de Olga Alicia Carrillo Pérez, sufrió una embolia, no podía ni hablar, cuando le notificaron que su única hija había sido hallada muerta, en septiembre de 1995, después de casi dos meses de haber desaparecido. El forense no pudo determinar la naturaleza de su fallecimiento porque el cuerpo carecía de entrañas. 

María Teresa Campos Ruy Sánchez, quien fungió como presidenta de la Comisión Plural del Congreso, para dar Seguimiento a las Investigaciones de Mujeres Asesinadas en Ciudad Juárez, consideró que el tráfico de órganos era la principal causa de los homicidios. 


"Lo sucedido va más allá. Se pretende camuflar con el tema de los ritos satánicos, pero sabemos perfectamente que en nuestro vecino del norte siempre ha habido interés por conseguir órganos humanos para trasplantes y no es casual que los cadáveres de las mujeres se encuentren en la región fronteriza. Inclusive una nueva hipótesis, quizá la más fundamentada, señala el interés de buena parte de la sociedad estadounidense por obtener órganos con fines de trasplante", puntualizó en una entrevista que publicó el periódico la Jornada



Pero las autoridades han descartado que existan bandas dedicadas al tráfico de órganos detrás de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, porque la extracción de los órganos (que presentaban algunos cuerpos) se debió a que fueron consumidos por animales depredadores. 


7. Homicidios pasionales
De acuerdo con el estudio del Instituto Chihuahuense de la Mujer, el segundo móvil de los homicidios en Ciudad Juárez es el pasional y éste va en incremento. Señala que un número considerable de asesinatos, corresponden a crímenes cometidos por la pareja de la víctima.


El primer crimen pasional documentado data de 1993, año en que comenzaron a contabilizarse los homicidios de mujeres y corresponde al caso de Angélica Luna Villalobos, de 15 años de edad, quien contaba con seis meses de embarazo. Por este asesinato fue sentenciado a 26 años de prisión Pedro Fernández. 


8. Policías, asesinos de mujeres 
Lilia Alejandra García Andrade, tenía 17 años y dos hijos. Trabajaba en una maquiladora para costearse los estudios de periodismo. Fue asesinada en febrero de 2001. Su cadáver fue descubierto el 23 de febrero de ese año en un terreno cercano a la calle Rancho Agua Caliente. Nueve meses después, la Procuraduría General de la República (PGR) filtró un informe a la prensa sobre el caso, facilitado por la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), con fecha del 5 de septiembre de 2001, en el que se decía que varios sicarios, al servicio de narcotraficantes, la secuestraron y la tuvieron retenida varios días. 


Según algunos informantes, el 19 de febrero de 2001, varios días después de que desapareciera, vieron en la calle Rancho Becerra a una mujer (que posteriormente identificarían como Lilia Alejandra), dentro de un coche blanco, forcejeando con un hombre. Otro hombre, que se encontraba afuera vigilando, entró en el Teleservicio Domínguez, situado enfrente del coche. Mientras tanto, varios testigos llamaron a la policía hasta en dos ocasiones para que ésta hiciese acto de presencia. Los agentes que recibieron los avisos por radio decidieron no acudir, pues, según declararon posteriormente, pensaron que se trataba de una broma. El cadáver de Lilia Alejandra Andrade fue encontrado en un terreno, muy cerca del bar Hooligan’s, del que fueron propietarios los Carrillo Fuentes, jefes del cártel de Juárez (González, Huesos en el desierto, página 244). 


Después de haber estado desaparecida cinco días, la policía encontró en el cuerpo de Lilia Alejandra residuos de un tipo de pegamento utilizado en la instalación de alfombras, además, un pezón arrancado y marcas profundas en las muñecas, similares a las que dejan las esposas de policía (Fernández, La ciudad de las muertas, página 56). 

Hay que destacar que un número muy significativo de mujeres asesinadas en Juárez presentan amputación de alguno de los senos. 

El egipcio, ¿un culpable fabricado?
En 1995, el feminicidio de Ciudad Juárez ya era percibido por las autoridades y por la sociedad civil como un problema. De los responsables, no había ni un rastro. Sin embargo, pronto las propias autoridades fabricarían unos culpables que encajasen perfectamente en el perfil que se tenía. Había cierta prisa, ya que en el verano de 1995 aparecieron en Lote Bravo (un terreno semidesértico de la ciudad) los cuerpos de tres jóvenes de entre 17 y 20 años. Las tres eran morenas, delgadas, de pelo largo y de clase humilde. Poco después, el 3 de octubre de 1995, la Policía Judicial del Estado de Chihuahua detuvo a Abdel Latif Sharif Sharif, un químico de 49 años y de nacionalidad egipcia que se había mudado recientemente a Ciudad Juárez después de haber trabajado 20 años en Estados Unidos. Tenía antecedentes penales y 14 denuncias en juzgados estadunidenses por violación y atentados al pudor. 

Si a esto sumamos que una joven de la localidad lo había acusado recientemente de violación, secuestro y lesiones, tenemos al responsable perfecto para la policía (González, Huesos en el desierto, páginas 15, 16). 

Así, Sharif constituyó la primera pieza de una maquinaria que durante más de 10 años funcionaría a pleno rendimiento, creando teorías y pruebas físicas, mientras se destruían todas las posibles pistas y conexiones que pudieran implicar a los verdaderos culpables. 

En Junio de 2006, Abdel Latif Shariff Shariff, “El Egipcio” falleció,  dejando una serie de interrogantes. La muerte de Abdel Latif  abre el infinito de dudas y conjeturas en torno a los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez, los cuales en su mayoría siguen impunes y sin la reparación del daño (a pesar de la desatención tras el cierre de la Fiscalía Especial para la Atención de Homicidios de Mujeres de la PGR y el carpetazo dado desde las oficinas centrales de la institución).

VIOLENCIA INSTITUCIONAL: Funcionarios negligentes y encubridores 
Existe un grupo de funcionarios que ha sido acusado de negligencia por instancias policiales y judiciales, por diversas organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales y por numerosas organizaciones civiles que estudian los feminicidios de Ciudad Juárez. 

Esta lista fue hecha pública por primera vez en el libro Cosecha de mujeres, de Diana Washington, en 2005. En él se señala de forma directa a aquellas personas que habían actuado de modo no profesional y sospechoso en las investigaciones de los feminicidios (Washington, Cosecha de mujeres, páginas 295, 296). 



Sentencia de la CIDH sin cumplirse. 


Las autoridades no han cumplido aún con importantes porciones de la sentencia impuesta por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2009 en relación al juicio del Campo Algodonero. En ella, el gobierno mexicano fue encontrado culpable de no proteger la vida de tres jóvenes mujeres que fueron asesinadas y sus cuerpos abandonados en un campo de algodón. Los familiares de las otras cinco mujeres encontradas en esa misma área no se sumaron al juicio. La sentencia también señala que el gobierno no ha cumplido con su obligación de investigar y resolver los crímenes. 

El gobierno mexicano ha tratado de dar algunos pasos en el cumplimiento de la sentencia, como reconocer su responsabilidad en la violación de los derechos humanos de las tres víctimas y en revisar los protocolos de investigación y forenses en los crímenes de género. Sin embargo, el gobierno ha fallado en encontrar a los responsables por los asesinatos del campo algodonero. 

No ha habido una investigación seria. Hasta ahora no se sabe quién mató a cientos de jóvenes mujeres. Las madres que han estado buscando activamente a sus hijas solo reciben sus cuerpos al final. 




Reflexión:


En Ciudad Juárez desaparecen mujeres y no se vuelve a saber más de ellas, a menos que sus raptores decidan hacer aparecer sus cuerpos sin vida y con evidencias claras de haber sido brutalmente torturadas y asesinadas, violadas de manera tumultuaria y arrancadas partes de su cuerpo o quemadas. Es un dolor terrible para esta sociedad. ¿No hay nada que mueva a quienes pueden hacer algo al respecto? 



La desesperación y miedo de las familias de vivir en tal inseguridad al ver a las hijas salir del hogar sin saber si van a regresar, no son motivo que afecte la voluntad de nadie de poner un freno a estos hechos.



A la fecha estos crímenes están impunes, y a las mujeres desaparecidas nadie las busca... y los asesinatos y desapariciones continúan sin que a la fecha haya responsable alguno. Invitamos al gobierno a que emita alguna acción y deje de seguir ignorando que en esta frontera ocurre algo sumamente grave. 



Dejemos de ser cómplices de esta situación. Hacemos un llamado desesperado a todo aquél que su conciencia le exija hacer un mínimo esfuerzo por apoyar esta lucha en contra del feminicidio que parece no tener fin. Cada uno de nosotros, en nuestro ámbito de desempeño puede participar. 



Ustedes pongan los limites, la violencia en esta ciudad parece no conocer fronteras. Los asesinatos de mujeres jóvenes y pobres comenzaron a documentarse en Ciudad Juárez en 1993... En 2001 se extiende el terror a la ciudad de Chihuahua... ¿Dónde y cuándo terminará...? 



Marisela Ortiz, 

Nuestras Hijas de Regreso a Casa A.C. 




COLOFÓN: 
A pesar de que cuando se habla de feminicidio, las imágenes de Ciudad Juárez son las primeras que vienen a la mente, en otros países como Guatemala, El Salvador, Honduras, Colombia, Burundi, El Congo, Afganistán o Timor Oriental, la violencia social y el machismo se alían de forma macabra contra los cuerpos de las mujeres.

El feminicidio no es un problema local que sucede ocasionalmente y en ciertos lugares, es un fenómeno global que ocurre en todo el mundo. El asesinato machista, la tortura y la violencia sexual contra las mujeres conforman una realidad recurrente en muchos territorios del mundo y una flagrante violación de los derechos humanos.


Una gran mayoría de los casos de violencia contra las mujeres continúan sin ser formalmente investigados, juzgados y sancionados por el sistema de administración y procuración de justicia. Ello responde, entre otras cosas, a la ausencia de cuerpos especializados que integren y realicen con eficacia y transparencia las investigaciones y averiguaciones previas. Así como la ausencia y desconocimiento de protocolos de investigación especializados para casos de feminicidio y el predominio de una cultura patriarcal en los impartidores de justicia que estigmatizan a las víctimas mediante la recurrente descalificación de sus declaraciones. Incluso acusando a las mujeres de haber provocado la violencia de que fueron objeto y que en su caso, denunciaron. 


Es preciso registrar los feminicidios cometidos tanto por conocidos como por desconocidos, para que se puedan establecer indicadores de riesgo adecuados. Para favorecer una visualización más certera de la verdadera magnitud de los asesinatos por violencia machista, misógina o feminicida que se cometen en todo el mundo. 

Es fundamental reafirmar que para construir una sociedad realmente democrática y respetuosa de los derechos de todas y todos, no basta con la existencia de leyes y mecanismos jurídicos que sólo reaccionen ante la persistencia de la violencia. Por el contrario, se requiere de normas y programas públicos que se acompañen de un verdadero cambio estructural en la impartición de justicia y en la elaboración de política pública, que modifique contextos culturales, políticos y económicos, fuertemente arraigados, que perpetúan la violencia contra las mujeres y que garantice la protección, el acceso a la justicia y el actuar con la debida diligencia, a través de investigaciones adecuadas y sanciones a los responsables, que evite que se continúe perpetuando la impunidad 




Fuente: 
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