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lunes, 18 de junio de 2012

CASOS: Mireya y Judith




Ámbitos opuestos, misma violencia
Como sabemos, la violencia contra las mujeres comprende todos los actos violentos, empleo de la fuerza física, insultos o intimidación que se producen en el seno de un hogar, cometidos por un miembro de la familia hacia otro, aunque en su mayoría, los agresores son los hombres, esposos, parejas o ex parejas. En los últimos tiempos hemos sido testigos del incontrolable incremento de la violencia hacia las mujeres a nivel mundial, donde muchos casos han llegado a ocupar los titulares de algunos medios de comunicación, ya sea por las atrocidades cometidas por los agresores cada día más salvajes o porque los involucrados son personas reconocidas. 

En esta ocasión viajaremos a El Salvador, un país con altos índices de violencia contra las mujeres, así como de continuos casos de impunidad, la cual prevalece a pesar de los constantes abusos que se ejercen contra el sexo femenino. De enero a mayo de este año la Fiscalía registra 332 denuncias de violencia, solo en el municipio de San Salvador.

Al parecer, las denuncias en ese país han aumentado en los últimos meses, al igual que las órdenes judiciales de protección para mujeres víctimas de violencia, pues hay días en los que se reciben hasta 50 órdenes judiciales de protección...una realidad preocupante. 

Sin embargo, según las autoridades, las mujeres aún no se despojan del miedo a denunciar a sus agresores por lo que la situación es más grave de lo que se sabe. Aunque algunas mujeres se atreven a denunciar, al cabo de unos días intentan retirarlas y esto es un problema porque no hay cooperación de las víctimas para terminar de procesar a los agresores. 

La violencia intrafamiliar constituye un delito cuando las lesiones ocasionadas por el agresor requieren de seis días de incapacidad para sanar. 

En la Ley Especial para una Vida Libre de Violencia contra la Mujer se redactó de manera tal, que esta normativa no se coordina con la Ley de Violencia Intrafamiliar y con el Código Penal y esto también es un peligro para perseguir este tipo de delitos. 

El problema es que las víctimas están solas, no existen instituciones que de verdad brinden atención integral a las víctimas de violencia y, por lo tanto, tampoco existe una verdadera cultura de denuncia; las mujeres que lo hacen, terminan retirando los cargos en contra de sus agresores. Por lo anterior, los agresores no son detenidos y mucho menos castigados. 

Casos como el del exgerente, Dagoberto Gutiérrez, acusado de asesinar a balazos a su esposa, María Huezo de Gutiérrez, y el más reciente escándalo del diputado Rodrigo Samayoa que golpeó a su esposa de 25 años, Mireya Lisette Guevara de Samayoa, son solo dos casos que lograron salir a la luz pública por la posición económica, social o política en la que viven sus víctimas y victimarios. 

Sin embargo, hay miles de casos que suceden diariamente en este país (como en cualquier otro). Judith, de 30 años, es uno de los casos silenciosos que reflejan la difícil situación en la que aún viven muchas mujeres que son maltratadas por sus parejas. También es un ejemplo de sobrevivencia a este flagelo. Ella vivió por más de cinco años sometida a los abusos y maltratos de su esposo. Aprendió a aceptar con “normalidad” el comportamiento agresivo del hombre por temor a las críticas y por la dependencia económica. 

Hoy conoceremos dos casos contrastantes en aquel país: La historia de Mireya, esposa de un político reconocido y cuyo caso ha sido tomado por los medios de comunicación, y el de Judith, cuyos actos de violencia en su contra no trascendieron a los espacios judiciales, policiales o sociales porque ella -como muchas otras mujeres- son presas del círculo vicioso a las que la somete la violencia. 

La semana pasada, el presidente Mauricio Funes anunció la promoción de reformas a las leyes para la persecución y el castigo de los delitos de violencia contra las mujeres, pero mientras esto se concreta cada hora muchas mujeres son víctimas de violencia y muchos de los casos se quedan en el anonimato.






Mireya 



Mireya Guevara, esposa del diputado de GANA y directivo de la Asamblea Legislativa en El Salvador, denunció a principios de este mes, que sufrió violencia física de parte de su esposo. 


El 3 de junio del presente año, Rodrigo Samoaya llegó a su casa ubicada en Bosques de Santa Teresa, en Santa Tecla (El Salvador), alrededor de las 11:30 de la noche en estado de ebriedad, discutió con su esposa, la golpeó y lanzó algunas pertenencias de ella a la calle. Mireya se presentó a la PNC (Policía Nacional Civil) a interponer la denuncia por el delito de violencia intrafamiliar ayer a las 2:48 de la mañana. 



NOMBRE DE LA VÍCTIMA: 
Mireya Guevara 

VICTIMARIO: 
Rodrigo Samoaya 

LUGAR DE LOS HECHOS: 
Santa Tecla, El Salvador 

HECHOS: 
La Fiscalía establece que los hechos ocurrieron, entre la noche del dos de junio pasado hasta horas de la madrugada del tres de junio, en la casa de habitación de la víctima y el imputado, en la Residencial Bosques de Santa Teresa, calle El Amate, Block ocho, casa número treinta y dos, del municipio de Santa Tecla, Departamento de La Libertad. 

Los hechos inician a eso de las 7:30 de la noche, cuando la señora Mireya Lissette Guevara de Samayoa se encontraba en casa de habitación de sus padres. 

La víctima narra que su esposo y su padre habían salido desde el mediodía a ver un partido a un restaurante, mientras ella se quedó en la casa de sus padres. 

Indica que su esposo, en estado de ebriedad, le estuvo enviando mensajes a su celular en los que le decía que se iría con su padre a un club bar. Ella le recriminaba por su actitud. 

Cuando su esposo llegó con su padre a recogerla, se le acercaba y le insistía en que habían ido al lugar referido y que por ello ella no lo quería porque lo había dejado ir a ese lugar. 

Dijo que primero se fue su esposo a la casa y posteriormente lo hizo ella junto a su hijo de cuatro años de edad.  Ya en la casa, la víctima agrega que su esposo no se dormía y que ella le dijo que tenía que salir otra vez porque había dejado una medicina en casa de sus padres. A lo que Samayoa le contestó que no la dejaría salir sola y que la acompañaría. Ella contestó afirmativamente, pero que no lo dejaría conducir porque estaba ebrio. Samayoa llevaba consigo una copa de vino en sus manos. 


Al bajar del auto y entrar a la casa de sus padres, Samayoa le gritó que era una prostituta y que se iba a divorciar. 


Cuando regresaron a la casa Samayoa le botó la copa de vino que ella le sostenía y le pegó un puñetazo en la mandíbula.  Samayoa se tambaleó y cayó entre la acera y la puerta de la casa, momentos que aprovecho la señora para ingresar a la vivienda. 

La mujer indica que se cambió de ropa y se fue a la terraza a fumar un cigarro. Cuando entró Samayoa agarró otro vaso para seguir bebiendo. Tras convencerlo de no seguir tomando tragos, la pareja entró al cuarto en común. 

Pero la víctima le dijo a Samayoa que dormirá en el cuarto del hijo. A lo cual éste le replico "¿qué te vas a ir a otro lado a dormir?" y comenzó a insultarla. 

Su esposo le decía que ella era una prostituta, que no sabía para que se había casado con ella y la amenazo diciéndole: "vos te crees bonita, te voy a echar ácido en la cara para que nadie te vuelva a ver bonita, para que te hagas fea". 

La mujer le dijo que estaba loco y que tenía problemas, afirmando que: "será que yo soy más joven que usted, no sé qué es lo que quiere",  manifestó a su esposo. 

Su esposo la dejo encerrada y ella trató de llamar a la policía, pero la llamada no le salía por lo que intento llamar a su hermano para contarle lo ocurrido y solicitarle que llamara a la policía, versión corroborada por este último en su respectiva entrevista. 

Después, él  abrió la puerta y comenzó nuevamente a insultarla,  amenazándole que la iba a matar, que le iba a tirar ácido a la cara, y le arrebató el celular tirándolo al patio de la casa de una vecina, a su vez le decía que llamara a la policía, que él tenía fuero porque era diputado y que no le iban a hacer a nada

Luego empezó agredirla físicamente abalanzándose sobre ésta y golpeándola en pecho y brazos, pero por su estado de ebriedad los golpes no eran fuertes ni precisos, pero aún así la lesionó. 

Además,  la sujetó fuertemente de las muñecas e intentó abrirle las piernas sujetándola de los tobillos, diciéndole que le iba a quebrar los pies, a todo esto él había regresado con la copa rota que en un inicio ella mencionó  le tiró de un manotazo, e intentó herirla con la misma, haciéndole una herida en una de sus piernas. 

Mireya añade que en un momento que su esposo se cayó tambaleándose por lo ebrio, pudo escapar del cuarto y se dirigió al de su hijo, vio que su niñera estaba ahí y le ordenó que se fuera al carro con su hijo. Ella le siguió inmediatamente solo cerrando las puertas para dificultarle la persecución a su esposo, condujo con su niñera y su hijo a casa de sus padres y desde allí se enteró que Fernando, su hermano,  ya había llamado a la policía. 

Luego fue con su hermano a la Delegación dela PNC de Santa Tecla a interponer la denuncia. 

Al entrar a su casa con la Policía hallaron a su esposo inconsciente a las orilla de la cama. A ella  la llevaron a Medicina Legal. 

Finaliza diciendo que no sabe cómo levantaron a su esposo, pero sabe se lo entregaron al presidente de la asamblea señor Sigfrido Reyes. 


Se cita como testigos a Karen Beatriz Morán Hernández, empleada doméstica, quien refiere haber escuchado las discusiones y peleas suscitadas el día de los hechos, “ratifica y corrobora la versión dada por su patrona Mireya Lissette Guevara de Samayoa, así como a su vez ratifica hechos de violencia intrafamiliar previos descritos por su empleadora”. 



También cita como testigo a Fernando Javier Guevara Larios, hermano de la agredida, quien dio aviso a Policía Nacional Civil “al escuchar gritos al momento de la llamada con su hermana”. 


Examen físico 
Un examen físico realizado por Medicina Legal a Mireya Guevara de Samayoa, esposa del diputado Rodrigo Samayoa, determinó que en su cuerpo había rastro de golpes, además de moretes y laceraciones. 


Según informó el director de Medicina Legal, Miguel Fortín Magaña, Guevara sufriría de golpes en los brazos, las piernas y en uno de los pies. 



En el informe presentado se concluyó que los golpes fueron manuales, con el puño, y descartó el uso de puñales o de armas de fuego. “Son morotes por atrapamiento del brazo, golpes en el tórax, en los brazos, antebrazos, piernas y en un pie, algunas lesiones son por arrastramiento de las uñas”, describió. 



La médico forense que le examinó “dictaminó que iba a curar en seis días a partir de la fecha del examen si no hubieran complicaciones”. 


No es la primera vez 
La denunciante dijo, en su relato ante los investigadores policiales, que “no es primera vez que la agrede, por lo cual ella necesita que le den protección en su vivienda por parte de la Policía y a la vez solicita que le gestionen una orden de restricción a su esposo, para que no se acerque a ella, temporalmente por el temor a dichas amenazas ya que también les manda mensajes al número de su hermano, en donde les manifiesta que ellos van a sufrir las consecuencias de estos problemas, refiriéndose a toda su familia”. 

¿No es delito grave? 
El legislador y agresor Rodrigo Samoaya, dijo no ampararse en el fuero legislativo porque no lo requiere, ya que el delito no es grave. 


Cuestionado por una periodista, respondió que no se trata de un delito grave. Asegura que, por tanto, no amerita el desafuero. El diputado sabe que la ley indica que si el delito es leve puede ser procesado hasta después de su periodo legislativo. 




Yo tengo derecho de respuesta, yo estoy claro de las cosas, no son como son. No he cometido un delito grave, las circunstancias son muy especiales… Voy a regresar y voy a hacer una conferencia de prensa. Todo mi interés de colaborar y no me estoy amparando en una situación de la Asamblea Legislativa. 



Se habló de que se está amparando en el fuero y se dé la posibilidad de desaforarlo. 

Es que lo que pasa es que éste no es un delito grave y un delito grave es cuando lo pueden desaforar. 


¿Violencia intrafamiliar no es un delito grave? 

Permítame. Estamos hablando de fuero legislativo. Entonces, eso ya se va a ver. Yo no tengo ningún interés de estarme peleando ni me estoy amparando en ningún fuero, yo lo que quiero es que se solucionen las cosas de la mejor manera, aquí se ha hecho un escándalo enorme de una manera que las circunstancias son diferentes. Por eso le digo que yo estoy tranquilo. 


¿Lo desmiente?, ¿fue nada más una pelea? 

Mire, en este momento, no quiero sacar el tema. Lo quiero hacer de una manera ordenada. Voy a convocar a una conferencia de prensa. 


En el reconocimiento de Medicina Legal que le dieron a su esposa, le han dado siete días de incapacidad… 

–Seis días de incapacidad. Yo responderé de eso. 


¿Fue una discusión? 

Yo preferiría la conferencia de prensa. No tengo nada qué ocultar. 


¿Estaría dispuesto a un proceso de desafuero? 

Es que, mire, yo no me estoy amparando en el fuero, porque no es un delito grave. En la Asamblea, para quitar a un diputado fuero tiene que ser un delito grave, pero yo no tengo interés de estarme protegiendo en eso, entonces, yo voy a arreglar de la mejor manera la situación. 


¿Y para usted qué es un delito grave? 

Mire, yo estoy hablando de las leyes, yo no soy abogado, no puedo decirle. Eso es lo que me han dicho las personas que están viendo el caso 

SEGUIMIENTO:

Finalmente, el diputado Rodrigo Samayoa renunció al fuero constitucional que le otorga la ley, para someterse al antejuicio y responder ante la denuncia que interpuso su esposa Mireya Lissette Guevara de Samayoa, por maltrato físico. 


El diputado calificó la agresión contra su esposa como “un pleito entre pareja” y negó definitivamente que haya amenazado de muerte a Mireya Lissette, como se conoció en las primeras declaraciones de la afectada. Samayoa aseguró que la discusión con su esposa está siendo usada para desprestigiarlo y acusó directamente al fiscal general de la República, Romeo Barahona de estar interesado en afectarlo políticamente. 

A criterio del parlamentario, existe un trasfondo político en este proceso. Samayoa aseguró que pondrá una contrademanda acusando a al Fiscalía General de la Republica, porque, a su criterio, se le han violado sus derechos como parlamentario. Tras la petición de justicia que demandó el grupo parlamentario de mujeres que exige su renuncia al fuero, el diputado dijo que ellas sólo quieren sacar provecho político en la Asamblea Legislativa. 


Por su parte, la esposa de Samayoa se presentó la tarde del jueves 7 a retirar la denuncia contra el parlamentario. La señora justificó el retiro de la demanda por el mal manejo que algunas personas han hecho de este caso. Sin embargo, el caso continuará su trámite y se espera que la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales del parlamento decida si procede continuar con el caso, como lo solicitó la Fiscalía. 


Samayoa, por su parte, aseveró que buscará amparo ante la Corte Suprema de Justicia, si la Fiscalía continúa el proceso, a pesar que su esposa desistió de la denuncia. En la conferencia de prensa, el diputado pidió perdón a los electores, que votaron por él el pasado marzo, y extendió disculpas por los daños ocasionados a su familia y a su partido por el escándalo. 





Fuente: 












Judith


Judith se casó muy joven con la idea que el matrimonio era para toda la vida. Dejó sus estudios universitarios, su carrera, se apartó de sus amigos y de sus sueños para dedicarse por completo a su nueva vida: la señora de Zepeda. 

La violencia es un patrón y cada episodio de violencia intrafamiliar aumenta el nivel de las agresiones. “Aprender a vivir con los insultos y abusos no fue fácil. Estaba en una lucha constante porque pensaba qué iba a ser de mi hijo si yo me separaba, qué iba a hacer si no tenía trabajo, qué iban a decir todas las personas que me conocían, entonces, pensé: bueno por mi hijo y por el amor que aún le tengo a mi esposo me quedo, tal vez con el tiempo el amor que me tiene lo hace cambiar”, recuerda Judith. 



NOMBRE DE LA VÍCTIMA: 
Judith 

VICTIMARIO: 
Sin darse a conocer 

LUGAR DE LOS HECHOS: 
El Salvador 

HECHOS: 
Las cosas y las situaciones de su nueva vida de casada fueron un poco confusas. Judith se crió en un ambiente donde hombres y mujeres tenían las mismas responsabilidades hogareñas sin distinción pensó que el tiempo o el amor se encargarían de ayudarle a asimilar las conductas machistas de su esposo. 


En la casa de mis papás, todos hacíamos lo mismo, mis hermanos hombres lavaban su ropa y mi mamá delegaba las mismas tareas por igual. Todos barríamos, todos lavamos trastes, no había ninguna diferencia”, recuerda. 



Pero con su esposo las cosas no fueron iguales: él estaba acostumbrado a que su madre hiciera los quehaceres, lavara la ropa y se encargara de soportar el mal humor y las infidelidades de su pareja. 



El tiempo empezó a transcurrir y comenzaron los gritos y reclamos porque la ropa no estaba bien limpia, porque no lavó los trastos a tiempo, porque salió con las amigas o porque no estaba lista la cena. Las quejas se volvían cada vez más comunes y aunque ella no estaba de acuerdo aprendió a vivir con eso. 


El pretexto más usado: “Estaba borracho” 
La violencia es un patrón y cada episodio de violencia intrafamiliar aumenta el nivel de las agresiones. El hombre que abusa, golpea o maltrata a una mujer y culpa a la víctima por su comportamiento o recurre a la excusa más usada: “estaba borracho”. 


El nivel de la agresión y los abusos aumentaron. Una noche, después de una reunión con un grupo de amigos, mientras Judith ordenaba los trastos y dejaba las cosas en orden, su esposo pretendía salir de casa y ella se negó a darle las llaves del carro. 



No me opuse a que saliera, total siempre hacía lo que quería y además ya sabía que tenía una amante, pero no quería darle las llaves del carro para evitar que se accidentara o que le pasara algo en el carro, pensaba que las consecuencias serían peores”, dijo. 



Ese episodio fue el detonante, los gritos subieron de tono, los objetos de la cocina empezaron a volar y a quebrarse, su hijo de nueve años se despertó conmocionado y ella trató de evitar la discusión para no afectar al niño. Eran las tres de la madrugada. 



Le dí la espalda para llevarme a mi hijo al cuarto… solo sentí que me jaló del cabello… no pude hacer nada y caí al suelo. Luego recuerdo ver una y otra vez la punta de su bota -que por cierto tenía cubos de acero- que me golpeaba el estómago, los brazos… No pude hacer nada más que taparme la cara”, dice con los ojos inundados en lágrimas. 



Cuando el niño intervino y se lanzó contra su papá, ella aprovechó para levantarse. “Ver la carita de mi hijo cargada de preocupación me dolió –corré!, ándate mamá!- me dijo y salí de la casa, sin llaves, sin teléfono, sin nada”. 


Judith pasó la noche en la entrada de su casa. Al salir, su marido cerró la puerta con llave, le puso pasador y la dejó afuera. 


Él (niño) salió a buscarme y cerró la puerta, no teníamos llave para entrar y nos quedamos sentados en las entrada de la casa esperando que amaneciera para pedirle a algún vecino que me dejara entrar por su patio, para sacar mis cosas”, continúa. 


La madre decidió irse a casa de sus papás. Ese mismo día en la tarde, su esposo la llamó para hablar de lo sucedido y para pedirle que regresara porque estaba arrepentido y “porque no sabía lo que había hecho”. 



En la llamada el hombre le dijo: “Me siento muy mal porque lo que pasó… pero vos no me diste las llaves. Si me las hubieras dado no habría pasado esto. Te amo y quiero que me ayudes a cambiar, me siento mal. Lo siento, estaba borracho”. 



Rosalba Marroquín, sicóloga especialista en tratar casos de violencia intrafamiliar, explica que los hombres que ejercen violencia saben lo que hacen. Decir que el abuso del alcohol es el culpable para golpear a su mujer es solo una excusa para negar lo que está pasando, dijo. 



El abusador después de ser violento se puede convertir en un hombre considerado, encantador y leal, esto se convierte en un incentivo para que la mujer se quede o regrese porque cree que esa vez él cambiará. 



Según la sicóloga, la violencia es una conducta aprendida y se manifiesta en cualquier ámbito social, cultural, político, económico y doméstico. El esposo de Judith es un ingeniero de una reconocida empresa que presta mantenimiento a aviones en el país. En su trabajo ha aprendido aparentar ser un hombre ejemplar en su entorno. 



La ayuda no llega
La golpiza que Judith recibió esa madrugada, el cansancio de los insultos, los abusos y la infidelidad, motivaron a la madre a pensar que no podía permitir que su hijo creciera en un ambiente de violencia y, peor aún, que ella se convirtiera en un número más de las estadísticas mortales. 



Acudió a la Casa de la Mujer, de Santa Tecla, a pedir ayuda creyendo que iba a encontrarla. Sin embargo, desde el principio le dijeron que no podían hacer más que “asesorarla” si tomaba la decisión de interponer una denuncia por violencia intrafamiliar en contra de su esposo. 



Pensé que iban a ayudarme, porque todas esas organizaciones feministas aseguran ayudar a las mujeres que son violentadas y golpeadas, pero en realidad sentí que les dan la espalda, porque solo me dijeron que podían asesorarme y nada más”, señala. 



Y continúa: “Cuando hablé con algunas amigas y con algunas mujeres de esas organizaciones me dijeron que tenía que estar segura de lo que iba a hacer, que pensara en qué iba a hacer y que pensara en mi hijo, pero nadie me dijo que me iba a ayudar y apoyar”. 


SEGUIMIENTO: 
En contra de todo, de la doble moral del entorno que le decía a Judith que debía quedarse con su esposo porque así debe ser, por la familia, por su hijo, la mujer se armó de valor para denunciar a su marido. 


Para mi las cosas ya no podían rescatarse. Había tomado conciencia que él no iba a cambiar nunca y que esa no era la idea de matrimonio y de familia por la que me había casado. Tuvimos otra discusión y él empezó a quebrar las cosas de la casa y entonces llamé a la policía… ya estaba cansada”, afirmó. 



A pesar que el proceso no ha terminado y aún espera la fecha de a la audiencia, para Judith las cosas siguen siendo difíciles por las críticas que recibe. Más de una vez le han dicho que dejó a su marido para divertirse por las noches, que no quiere a su hijo porque lo dejó sin padre. 



Creo que ha sido más difícil sobrellevar todas las críticas que la sociedad hace a una mujer que decide separarse de su marido por la violencia. La gente dice que las mujeres que se atreven, es porque les gusta cambiar de marido a cada rato… Pero pese a todo esto, ahora yo puedo decir que sí se puede sobrevivir a la violencia intrafamiliar, yo lo hice y me siento orgullosa de haberlo hecho”, dijo. 




Fuente: 



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